Para contrarrestar tu crueldad divina,
he tenido que sacrificar
los últimos vestigios de mi fe,
adelgazar mi alma
hasta volverme
terriblemente humano.
Y , en mi nueva religión,
tú ya no eres el centro,
está expresamente prohibido
anclar palabras en el aire,
constituye una tremenda herejía adorarte
como lo haciamos ayer.
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