martes, 3 de noviembre de 2009

Flatulencia de género

Ahí sale mi padre, viene del trabajo y se tira un pedo. Es un pedo sonoro, fuerte, intenso. Los demás hacemos como que no lo hemos oido, pero no conseguimos disimularlo bien: el asunto no cuaja. ¿Qué pasa?, dice ahora, ¿ es que no puedo tirarme un cuezco en mi propia casa?. Faltaría más, para qué adquiere uno una vivienda en propiedad si no es para embadurnarla con su adn y regarla con su detritus. En efecto, dice mi padre, tienes toda la razón: el día en que pude disparar la metralleta sin miedo a ser señalado supe por fin que estaba en mi casa. Tu madre también se los tira, lo que pasa es que no se entera nadie porque los pedos de las mujeres no están bien vistos por la cosa esa del machismo. Pero uno a veces necesita tirarse un pedo para afirmarse, para decir aquí estoy, soy yo, he llegado.
 
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