No basta con nombrarlo,
ni se le puede convocar
como a un animal asustado,
Como a el pan y a la arcilla
al deseo hay que darle forma
manchándose las manos,
puliendo sus aristas
de diamante enterrado,
hasta que, poco a poco, va adquiriendo
su cariz de mineral perfecto
que tensa la vida como un arco.
El deseo entonces,
como una obra de arte,
se dispara sobre el ser amado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario